"EL DESARROLLO EDUCATIVO ESTÁ MUY LIGADO A LA REDUCCIÓN DE LA POBREZA"

Assad-Abu-Carib, rey del Yemen, hallándose cierto día descansando en el amplio mirador de su palacio, soñó que había encontrado a siete jóvenes que caminaban por una senda. En cierto momento, vencidas por la fatiga y por la sed, las jóvenes se detuvieron bajo el ardiente sol del desierto. Surgió en este momento una hermosa princesa que se acercó a las peregrinas llevándoles un cántaro de agua pura y fresca. La bondadosa princesa sació la sed que torturaba a las jóvenes y estas reanimadas, pudieron reanudar su jornada interrumpida.


Al despertar, impresionado por ese inexplicable sueño, determinó Assad-Abu-Carib llamar a un astrólogo famoso, llamado Sanib, y le consultó sobre la significación de aquella escena a la que él –rey poderoso y justo- había asistido en el mundo de las visiones y de las fantasías. Y dijo Sanib, el astrólogo: “¡Señor!, las siete jóvenes que caminaban por la senda eran las artes divinas y las ciencias humanas; la Pintura, la Música, la Escultura, la Arquitectura, la Retórica, la Dialéctica y la Filosofía. La princesa caritativa que las socorrió era la grande y prodigiosa Matemática”. “Sin el auxilio de la Matemática –prosiguió el sabio- las artes no pueden avanzar, y todas las otras ciencias perecen”. 


Impresionado por estas palabras, determinó el rey que se organizaran en todas las ciudades, oasis y aldeas del país centros de ESTUDIO DE MATEMÁTICAS. Hábiles y elocuentes sabios, por orden del soberano, acudían a los bazares y a los paradores de las caravanas a dar LECCIONES de Aritmética a los caravaneros y beduinos. Al cabo de pocos meses se notó que el país despertaba en UN PRODIGIOSO IMPULSO DE PROSPERIDAD. Paralelamente al progreso de la ciencia CRECÍAN LOS RECURSOS MATERIALES; las escuelas estaban LLENAS DE ALUMNOS, EL COMERCIO SE DESARROLLABA DE MANERA PRODIGIOSA; se MULTIPLICABAN LAS OBRAS DE ARTE; se alzaban MONUMENTOS; las ciudades vivían repletas de RICOS FORASTEROS y curiosos. El país del Yemen estaba abierto al PROGRESO y a la RIQUEZA, pero vino la fatalidad a poner término a aquel despliegue prodigioso de trabajo y prosperidad. 

El rey Assad-Abu-Carib cerró los ojos al mundo. La muerte del soberano hizo abrir dos túmulos: uno de ellos acogió el cuerpo del glorioso monarca y al otro fue a parar la cultura artística y científica de su pueblo. Subió al trono un príncipe vanidoso, indolente y de escasas dotes intelectuales. Se preocupaba por las vanas diversiones mucho más que por los problemas de la administración del país. Pocos meses después, todos los servicios públicos estaban desorganizados; las escuelas cerradas; los artistas y los sabios, forzados a huir bajo las amenazas de perversos y ladrones. El tesoro público fue criminalmente dilapidado en ociosos festines y banquetes desenfrenados. El país fue llevado a la ruina por el desgobierno y al fin cayó bajo el ataque de enemigos ambiciosos que lo sometieron fácilmente.  


La historia de Assad-Abu-Carib, viene a demostrar que el progreso de un pueblo se halla ligado al desarrollo de los estudios matemáticos. En todo el universo, la Matemática es número y medida. La Unidad, - (1) - símbolo del Creador, es el principio de todas las cosas que no existen sino en virtud de las inmutables proporciones y relaciones numéricas. Todos los grandes enigmas de la vida pueden reducirse a simples combinaciones de elementos variables o constantes, conocidos o incógnitos que nos permitan resolverlos. Para que podamos comprender la ciencia, precisamos tomar por base el número. Veamos pues cómo estudiarlo, con ayuda de Dios, Clemente y Misericordioso.

Del libro "EL HOMBRE QUE CALCULABA" de Julio César de Mello.